Entrevista al doctor Carlos Paytubi

Hola Carlos, ¡bienvenida al blog de Doctocast! El episodio en que participas es verdaderamente sobrecogedor, pero antes de comenzar a abordar este tema, nos gustaría que te presentases y que nuestros lectores puedan conocerte mejor. ¿Nos cuentas un poco sobre ti?

Mi nombre es Carlos Paytubí, nací en Barcelona hace 57 años. Estudié en el Colegio de los jesuitas de Sarriá, cursé la licenciatura de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona y realicé mi especialidad de Medicina Interna en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona. Soy padre de familia numerosa, melómano y recientemente escritor. A finales de junio del presente año 2021 saldrá publicada mi primera novela histórica “El Misterio del Pergamino Florentino” (Editorial Saralejandría) (actualmente estoy escribiendo la segunda).

En este episodio en que participas, nos cuentas las vivencias de un internista durante la primera ola de pandemia. Nos gustaría saber, cómo está ahora, un año después, la situación. ¿Cómo vives el día a día en el hospital?

Gracias a Dios, la situación ha mejorado notablemente. La vacunación masiva de la población dice mucho al respecto. Desde hace ya algunos meses, ya no atiendo pacientes covid19 pues afortunadamente, el número de pacientes ingresados en mi hospital ha bajado considerablemente y ya solo se encargan de ellos los infectólogos.

¿Crees que esta pandemia ha traído cambios permanentes en la realidad de los profesionales de la salud?

Sin duda alguna. Nos ha enseñado a valorar más el día a día. Hemos aprendido asimismo a ejercer nuestra profesión dentro de una inesperada pandemia. También hemos tenido que adaptarnos obligadamente a nuevas formas de comunicación como la tele consulta y los congresos o reuniones médicas por zoom.

En el programa abordamos la primera ola de la pandemia desde diferentes puntos de vista. ¿Cómo ha sido para ti convivir con esas cuatro perspectivas en una situación tan límite? 

A pesar de mis casi 30 años como médico, tuve que adaptarme a una situación extrema y casi límite. De todas formas, aún estamos inmersos en la pandemia y seguimos por ejemplo informando a los familiares de los pacientes ingresados por teléfono diariamente. 

¿Qué aprendizaje destacarías de todo este proceso?

Auto capacidad de adaptación, conocimiento de nuevas formas de trabajo, diferentes formas de comunicarse tanto de forma próxima como a distancia.

¿Cómo ha evolucionado el trato con el paciente? ¿Y con las familias? 

Tampoco creo que haya cambiado demasiado el trato con el paciente. Creo que cada uno lo sigue haciendo como lo hacía pre pandemia. Yo sí que quizás intento dar más cariño a cada paciente del que soy responsable intentando que viva su ingreso de la mejor forma posible. Similar comentario respecto a las familias. Intento informar con más detalle de la evolución de su familiar ingresado para hacer más fácil la separación.

Para ir cerrando esta entrevista, nos gustaría preguntarte por tu paso por Doctocast. ¿Qué te ha parecido la experiencia? ¿Recomendarías escuchar el programa?

Nunca lo había hecho y ha sido una experiencia muy gratificante. Creo que conseguí reflejar – a pesar del directo – lo que fueron aquellos meses. Todo el mundo va muy justo de tiempo, pero, sin duda, recomendaría escuchar un podcast cuya temática te resulte de interés. 

El episodio finaliza con un fragmento de tu “diario de pandemia”. Nos gustaría, si no es mucho pedir, terminar esta pequeña entrevista del mismo modo. ¿Nos dejarías otro fragmento de uno de esos días?

Comparto con vosotros mi primera crónica covid19 …

 

Dia 1 

Lunes 23 de marzo 2020

He tenido una noche intranquila. No podía conciliar el sueño. Ni la música de Ludovico Einaudi había conseguido relajarme. Suena el despertador. Mi mujer tampoco ha pasado una buena noche. También debe reincorporarse a su hospital sin saber qué se va a encontrar. Tras una semana de aislamiento tengo ya ganas de volver y ayudar a mis compañeros a luchar contra una infección de la que hace pocos meses nadie hablaba; ni siquiera sabían de ella los estudiantes de sexto de medicina que solo piensan en el MIR. Tomo el camino habitual que me permitirá llegar puntual al encuentro del equipo en la séptima planta del hospital. El Réquiem de Fauré me acompaña. Ronda Litoral ligera. Día nublado que presagia lo que me espera. La incertidumbre me supera. Intento relajarme. La entrada en el vestuario es la que me imaginaba. Cada dos metros uno de nosotros espera acceder a la máquina que nos entrega el pijama. Me observo y recuerdo épocas pasadas en las que siendo más joven hacía guardias. Silencio por los pasillos. Silencio en el ascensor. Todos guardan la distancia, desde los sanitarios a las señoras de limpieza que ahora más que nunca tienen una tarea muy importante. Se protegen bien y les insisto que lo hagan. Me reencuentro con mis compañeros. Hay una calma tensa. intuimos qué es lo que nos vamos a encontrar. Parece que la fiera ruge mucho e intenta morder en la yugular. Repartimos los pacientes, repasamos el orden de colocación de las medidas de protección y las dudas del último protocolo. Tengo once enfermos. Nueve son covid19 +. Finaliza la reunión y cada uno coge la batuta de su orquesta. Parece muy desafinada. Con más ensayos por delante seguro que se afinará. Mientras reviso la segunda paciente, me llaman de la sexta planta. La primera paciente que había revisado pero aún no había visitado estaba desaturando a pesar de llevar una mascarilla Monaghan. Lo dejo todo, llego a la antesala de la habitación, me protejo pensando en cada paso y entro a verla. La veo tranquila. No se ahoga. Miro de reojo al monitor y procuro no dar a entender lo que veo. Su saturación no llega al 75%. No cumple criterios de ingreso en UCI. Me dice que sobre todo está agobiada. Me despido de ella animándola pero intuyendo una mala evolución. Parezco un residente de primer año. No voy a mi ritmo. La mañana pasa rápido. Dos pacientes no alcanzan la cincuentena pero gracias a Dios están estables. Mientras pasamos la guardia me llama de nuevo la enfermera de la sexta planta: “Ha fallecido”. Una sensación de rabia e impotencia me invade. Certifico el exitus y llamo a su familia. Me agradecen todo lo que he hecho y me piden que me cuide. No me esperaba ese comentario final. Vuelta a casa a media tarde no tan dura gracias a esa llamada. Mañana me esperan doce horas …

 

Muchas gracias por tu tiempo y tus respuestas. Esperamos contar contigo en próximos programas y seguiremos de cerca la evolución de tu trabajo.